viernes, 15 de febrero de 2013

Ilustaciones: El honor de los Salvino





Imanae se inclinó y empujó un poco más, haciendo resbalar la espalda del Someti por la barandilla, quien dobló las piernas para ganar estabilidad sosteniéndose por las corvas de las rodillas.

–¡No podéis matarme sin justificación! ¡No es digno de un Salvino! –dijo Truton entonces, sintiendo que el enojo le hacía enrojecer casi tanto como el tener la cabeza más baja que el cuerpo o la presión que ejercían los dedos atenazados en su cuello, la cual volvía su voz ronca.

–Qué sabrás tú del honor de los Salvino, ni de ningún otro honor.

–¡Más que vos, al parecer! –estalló Truton.


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