viernes, 28 de diciembre de 2012

¿Escritor aficionado? No, gracias.



Cuando comentas a alguien que escribes, normalmente se produce una ligera sorpresa y un deje de curiosidad. La gente suele asumir de inmediato que escribes como afición, incluso cuando tienen la cortesía de preguntarte al respecto. Cuando dices que no has publicado nunca, ya se asume automáticamente que así es, y cuando añades que quieres publicar te miran como si fueras un corderillo inocente camino al matadero.

Y en ese momento alguien como yo se pregunta: ¿Estas personas son conscientes de que todos los autores tuvieron un comienzo? ¿Se dan cuenta de que tú, mejor que ellos, conoces las vicisitudes y dificultades de este mundillo?

Supongo que no.

Pero esto no es lo peor, no. Lo peor es cuando quieres hacer comprender a tu interlocutor que no escribes sólo por amor al arte, por mucho que ames el arte. Parece haber una clara condición para que algo se considere un trabajo, y esta condición es que se cobre por ello. Cuando no, eres un aficionado, así son las cosas. ¿Pero acaso el inversor no arriesga para conseguir, sin estar seguro de su éxito? ¿No son al fin y al cabo artistas los escritores, buscando el premio en trabajos ya realizados según triunfen en el público?

Para empezar debes plantearte qué eres, si escritor de profesión, de afición o (también los hay, y son como los otros dos muy respetables) de divulgación.

Para mí, esas son las tres motivaciones para escribir.

Está el escritor de profesión, sea única o complementaria, gane mucho o poco dinero, o incluso decida repartir gratuitamente parte de sus textos. Eso realmente no suele ser lo importante, no es la diferencia. No, lo que caracteriza a este tipo de escritores es que respetan su propio trabajo lo suficiente como para pensar que merece que alguien pague por él, para que un lector potencial muestre el suficiente interés como para hacer un sacrificio que de alguna forma haga que el propio merezca la pena. Y es que escribir no es, como muchos piensan, un camino de rosas. Por ello, dedican gran cantidad de su tiempo a mirar cada aspecto del libro para que sea perfecto. Si eres de este tipo, te aconsejo que no esperes hacerte rico escribiendo porque probablemente no lo conseguirás, y sobretodo no caigas en el tratar de hacer que a todos les gusten tus textos.

Luego están los que escriben por afición, los que escriben simplemente por el placer de escribir. Lo hacen porque tienen algo que contar y/o porque necesitan hacerlo. Les apasiona sentarse frente a un papel en blanco y construir un mundo, dibujar un paisaje, desarrollar personajes. Si eres de este tipo, te aconsejo que en caso de publicar nunca digas esa presuntuosa frase de “yo sólo escribo para mí”. Querido escritor de afición, si quieres escribir sólo para ti, entonces hazlo de esta manera, guarda tus manuscritos en un cajón y deja que los que quieren escribir para los demás así lo hagan, publicando.

Por último, están aquellos que escriben para enseñar, para mostrar lo que saben o, aún con más tino, hacer que los lectores se cuestionen a sí mismos. Tienen estos escritores un cierto aire de maestros que, con mayor o menor acierto, con gran arrogancia o con sutil humildad, quieren llegar más allá de las historias y la autocomplacencia. A menudo, desean cambiar el mundo presente o futuro a base de instruir a los integrantes de la humanidad. Si eres de este tipo, entonces cuídate de no caer en la soberbia y en la frustración, porque serán tus peores enemigos. Y sobre todo no olvides nunca que debes cuidar las enseñanzas que impartes.

Ante esto, un escritor de verdad debe preguntarse… ¿Qué es un escritor de verdad? ¿Cuál de todos los tipos?

Pues bien, un escritor de verdad es, sin duda, el que goza de escribir, está orgulloso de su trabajo y quiere dejar su pequeña porción de sabiduría al mundo. Es eso y mucho más. Un escritor de verdad ha de ser escritor por profesión, por afición y por divulgación. Ser todo eso y aún más: El que se queda en las noches luchando por corregir por quincuagésima vez ese texto que se resiste, el que anonadado y emocionado se deja absorber por su propia historia y el que en cada obra quiere hacer una introspección para sí mismo y los lectores. Y aún digo poco, porque es más.

Escribir es oficio, devoción y vocación.


10 comentarios:

  1. Estoy totalmente de acuerdo, después de tantos siglos escribir sigue considerándose una afición más que una profesión vocacional. Me ha gustado el post.

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    1. Gracias, el tuyo sobre Atlantis tampoco estuvo nada mal ¿eh?
      Buena suerte, por cierto.

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  2. Afición, profesión, puro ego... llámalo como quieras, pero lo que está claro es que todo el mundo tiene derecho a decidir lo que hacer con su talento.

    Lo que pasa es que se tiene mucho prejuicio a la hora de leer algo de un autor desconocido.
    Ciertamente hay que darles ese voto de confianza, pues detrás de ese autor novel puede que se encuentre un verdadero talento.

    ¡¡Suerte!!

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  3. Fantástica entrada, aunque al final casi ha parecido que a los de divulgación no les toca tanto lo que comentas en el último párrafo, pero creo que de todas formas el escritor de divulgación escribe impulsado por motivos realmente diferentes; lo comento porque veo de primera mano a mis profesores de la universidad decirnos lo importante que es, y yo automáticamente pienso en lo que yo quiero escribir,completamente diferente... Y es llamativo tener los dos puntos de vista tan cerca.

    Me remito a lo dicho: fantástica entrada.

    Y feliz año ^^

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  4. Muy buena entrada. Yo en ocasiones fluctúo entre los dos primeros descritos. El estado de ánimo 'ayuda' en esto. En cualquier caso tu última frase es reveladora porque efectivamente define muy bien lo que es.

    Un abrazo y feliz 2013.

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  5. Si se llaman autores los famosillos que sacan libros (no pongo ejemplos a ver si me van a demandar, pero todos sabemos alguno), entonces cualquiera es un escritor.
    Un saludo.

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